Por: LakUlasana

Seguramente recuerdas alguna experiencia que te ha hecho sentirte en las nubes. Es ligera y poderosa a la vez. Te sientes atraído por todo y en el gozo de lo eterno. Nadie te detiene, tu corazón estalla, toda incertidumbre se hace certeza. Estás hecho. Wow. Es expansivo en todos los sentidos.

Acabo de comprobarte que tú ya has levitado y tu mente no se había percatado. Ahora ya se lo que me vas a preguntar; ¿Cómo lo hice? ¡Quiero intentarlo de nuevo!. Y así nuevamente lo lograste. Porque desde el deseo puedes volverte ligero, suave y en desapego.

No me refiero al deseo que has construido desde la envidia, el apego y el poder que tantas veces te ha traído de vuelta culpa, miedo, impotencia y otras cosas más. Me refiero a esa energía en potencia que te permite sentir esa atracción por “lo otro” donde puedes reconocer que el gran imán es el amor hacia otra forma de creación. Que aunque tu percepción diga lo contrario, esa energía que lo ha creado todo lo sabe , sin distinción.

Y ese deseo te arrastra a reconocer cada cachito de conciencia en lo que ves, en lo qué haces, en lo que piensas. De modo que la vida y tus experiencias diarias carecen de juicios que te envenenen y te hagan dudar y tus acciones y elecciones sean ligeras y liberadoras. No hay trabajo, ni amante a quien cumplir.

Solo déjate llevar por esa fuerza original que te guía sin dudas, sin obligaciones, sólo siguiendo a este amor primordial que lo llena todo.

Y cuando llegues a este poder, nuevamente te encontrarás levitando.